Es un tema complejo y con varias aristas, pero vamos a intentar explicarlo a grandes rasgos. Para esto tenemos que remontarnos a antes de 1998. Y es que, durante ese periodo, los clubes alemanes eran propiedad exclusiva de los socios. Es decir: eran administrados como organizaciones sin fines de lucro y no se toleraba la propiedad/inversión privada.
La dinámica cambió en octubre de 1998, cuando la DFB (Federación Alemana de Fútbol) permitió que los clubes convirtieran a sus equipos en sociedades anónimas (públicas o privadas), lo que abrió la posibilidad a un considerable crecimiento financiero.
Eso sí, se instauró una cláusula en las regulaciones de la Liga Alemana en la que los socios siguieran teniendo voz, voto y garantías. A esta regla se le conoce coloquialmente como la 50+1. ¿Qué establece? Bueno, pues sostiene que, para obtener una licencia competitiva en la Bundesliga, los socios de un club detener tener la mayoría de los derechos de voto (el 50% +1 de los votos tienen que estar en manos de los socios).
“El 50+1 requiere que el club en sí posea al menos el 50% más una acción adicional de la compañía de fútbol, la mitad más uno, asegurando que los miembros del club aún tengan la mayoría de los derechos de voto”, se lee en el portal de la Bundesliga.
El objetivo, claramente, es mantener la tradición de la membresía, así como ‘proteger’ a los clubes de los multimillonarios inversores externos. Básicamente, la idea es no abrir la puerta a que suceda lo que ha pasado en otros sitios, donde jeques o magnates han llegado y se han adueñado por completo de las entidades.
¿Y QUÉ TIENE QUE VER HOFFENHEIM CON TODO ESTO?
El asunto es que la normativa 50+1 tiene una excepción si un inversor externo financia sustancialmente -y de forma responsable- a un club durante al menos 20 años seguidos. ¿Qué clubes entran en la excepción? Wolfsburgo (pertenece a Volkwsagen desde sus inicios), Bayer Leverkusen (propiedad de Bayer desde su nacimiento) y Hoffenheim, con quien existe controversia.
Detrás de Die Kraichgauer se encuentra Dietmar Hopp, co-fundador de SAP. Se involucró como accionista desde los 1990’s, pero su vínculo con el Hoffenheim viene de muchos años atrás (jugó ahí en categorías juveniles). Invirtió, creció, construyó un estadio y el equipo fue superando categorías hasta ascender a la Bundesliga en 2008.
Al subir, había que cumplir al 50+1. Y sí, los socios tendrían mayoría de votos, pero Hopp, por su aporte capital, era el personaje fuerte. Entonces, más allá de la presencia de socios, Dietmar tenía influencia máxima. A esto se suma que, entre 2015 y 2016, Hoffenheim entró al terreno de las excepciones (con la luz verde de la DFB y el respaldo interno del Hoffenheim, Dietmar Hopp pasó su 49% al 96%), siendo ejemplo/partidario de lo que podría ser el ‘inicio del fin’ de la regla 50+1 (por tratarse de una situación diferente a la de Leverkusen y Wolfsburgo).
LA POSTURA RADICAL EN ALEMANIA
Los ultras del Bayern Munich -y de varios conjuntos más- defienden a tope la tradición de que los clubes sean de los socios, que ellos tengan peso en las decisiones. Y si bien Dietmar Hopp no ha actuado como otros multimillonarios que se adentran al mundo del deporte, es la representación de lo que muchos repudian allá: grandes empresas/grupos inversores administrando clubes alemanes distanciando al socio.
Sienten que un caso como el del Hoffenheim puede dar pie a un fútbol alemán en el que, poco a poco, se vaya perdiendo la figura del socio. RB Leipzig es otro club que genera repulsión por cómo aterrizó en la Bundesliga (respaldo de Red Bull). Además, sortearon la regla 50+1 con pocos socios, quienes están vinculados con Red Bull (los socios tienen la mayoría de votos, como marca el estatuto; la cosa es que la mayoría está relacionada con la empresa de bebidas energéticas).
BAYERN MUNICH NO RESPALDA A LOS HINCHAS DE LAS PANCARTAS
Por cierto, en el interior del Bayern Munich dejaron claro que no comparten postura con los aficionados que provocaron la interrupción de su duelo ante Hoffenheim: “Estoy profundamente avergonzado desde el punto de vista del Bayern por este caos. Ha llegado el momento en que todo el fútbol alemán debe actuar en conjunto contra este caos. Esta es la cara fea del fútbol. Estoy profundamente avergonzado por Dietmar Hopp, que es un excelente hombre de honor y que se aseguró de que no solo el fútbol, sino todos los deportes en esta región tuvieran una cara positiva. También me disculpé con él. Pero eso no es realmente una excusa para lo que sucedió en la curva. Esa es la cara muy fea del Bayern de Múnich en un partido que en realidad fue un gran partido de nuestro equipo. No hay excusa para este desenlace. Hemos filmado los acontecimientos y actuaremos con gran dureza contra los responsables que han desacreditado al Bayern hoy. Ellos serán responsables de esto al final del día”, expuso Karl-Heinz Rummenigge.
Los futbolistas del Bayern Munich, al dejar de competir cuando se reanudó el encuentro y pasarse la pelota con los integrantes del Hoffenheim, tampoco se sumaron a lo que se podía leer en las gradas.
Gemeinsam zusammen.
— TSG Hoffenheim (@tsghoffenheim) February 29, 2020
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#Fairplay pic.twitter.com/dHw5KGHKQm
— FC Bayern München (@FCBayern) February 29, 2020
CONCLUSIÓN
Por un lado, los que defienden la figura del socio y, para hacerlo, increpan con pancartas/cánticos ofensivos. Y por otro lado, los que creen que la inversión privada es importante para que el balompié de Alemania no se rezague y exista mayor competitividad.
Fuentes: DW, El Confidencial, Bundesliga, Bundesliga y DW.
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Nota por: Somos Invictos
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